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Historia del transplante capilar

La caída del cabello puede ocurrir por cantidad de diversas razones. Aunque muchos hombres a menudo se ven afectados por la calvicie de patrón masculino, por la genética, la pérdida de cabello también puede afectar a las mujeres. No solo está en riesgo el cabello en la parte superior de la cabeza, también lo es el vello facial y las cejas. Además de la calvicie de patrón masculino, la pérdida de cabello también puede ser causada por alopecia (una enfermedad autoinmune que provoca la caída del cabello en parches), hormonas (hormonas naturales como el embarazo o medicamentos con hormonas como el control de la natalidad), problemas de tiroides deficiencias nutricionales e incluso estrés. Cuando ocurre la caída del cabello, puede afectar en gran medida su autoestima. Los trasplantes de pelo han ayudado a devolver a aquellos que han sufrido por la caída del cabello su pelo y su confianza. Los trasplantes se han perfeccionado durante muchos años gracias al procedimiento exitoso y mínimamente invasivo en el que se ha convertido hoy en día.

¿Qué es un trasplante de pelo?


Un trasplante de cabello es un procedimiento en el que los folículos pilosos de una parte del cuerpo (denominada «zona donante») se mueven hacia la parte del cuerpo (cuero cabelludo, cejas, cara) que ha sufrido la pérdida del cabello. El procedimiento ha existido por décadas, y ha cambiado mucho, redefinendo el proceso a lo que es hoy.

El primer trasplante conocido


El primer trasplante de cabello conocido fue documentado en 1822 por un estudiante de medicina y su maestro en Alemania. El cabello se trasplantó de un área de la cabeza a otra. Si bien lo llamaron un éxito y afirmaron que ayudaría a los que sufren de calvicie de patrón masculino, hubo muy pocas menciones después de su experimento de otros trasplantes, al menos hasta el siglo XX.

El comienzo de los trasplantes modernos


Los trasplantes de cabello modernos comenzaron en 1939, con un a técnica desarrollada por un dermatólogo japonés, El doctor Okuda. Su técnica, conocida como «punch technique», surgió de querer restaurar el cabello perdido debido a lesiones y quemaduras. Esta técnica particular implicó tomar parches de piel que contenían folículos y moverlos a pequeños microcanales en las áreas dañadas y más despobladas. Otro dermatólogo en Japón redujo el tamaño de los injertos pocos años después.

Desarrollo en los Estados Unidos


No fue sino hasta la década de 1950 que las técnicas desarrolladas en Japón llegaron a los Estados Unidos. El doctor Norman Orentreich realizó la intervención en 1952, y su estudio finalmente se publicó siete años después. En este estudio, acuñó el término «dominancia del donante», que establece que el cabello trasplantado todavía exhibe los rasgos del área del cual se tomó, en lugar de los del área donde se trasplantó. El doctor Orentreich utilizó tamaños de injerto de 4 milímetros, que son particularmente grandes y, como resultado, no se veían del todo naturales. Sin embargo, este tamaño todavía se usó hasta los años 70 y principios de los 80, y se hizo conocido como tapones capilares, que adquirieron una connotación negativa. En la última parte de la década de los ochenta hasta la década de los noventa, surgieron micro y minigrafías, refinando el proceso de manera significativa. Los microinjertos se utilizaron para suavizar la línea del cabello mientras los minigrafts rellenaban el resto de las áreas despobladas. Se realizaron más injertos en una sesión, a diferencia de los injertos más grandes, pero menos, que en años anteriores.

Ectracción folicular individual


La técnica más moderna, desarrollada en la década de 1990, es extremadamente refinada. Los médicos extraen los folículos de manera individual, un proceso conocido como extracción de unidad folicular (FUE), usando una herramienta de perforación pequeña con un diámetro muy pequeño o un micromotor. Los folículos se trasplantan a las áreas donde se necesita repoblar. Tanto la zona donante como el área trasplantada están adormecidos con anestesia local y la intervención no requiere suturas posteriores. El procedimiento permite un trabajo muy detallado y resultados naturales sin cicatrices ni dolor. La FUE se convirtió en el procedimiento de elección a principios de la década de 2000 y ahora se considera el «estándar de oro» de los procedimientos de trasplante capilar.